viernes, 11 de marzo de 2011

El día de las cinco fases de soborno

¿Cuánto cuesta la reproducción de una canción de Madonna en una fiesta de perfil intelectual un jueves por la noche? Humillación tras humillación, estas son las cinco fases por las que transité para sobornar a un pinchadiscos tirano:

Fase 1. El movimiento de cortejo
Tímido, respetuoso, lento, ingenuo y casi infantil. Es el primer acercamiento al trono del tirano de los discos que te haya tocado en gracia sufrir una noche cualquiera en una sala de baile. “Ser amable es ser invencible”, dice un proverbio chino. Pero claro, cuando el chico con cascos me mira de arriba abajo con cara de pocos amigos y hace una mueca sin siquiera mirarme a los ojos tras el despliegue de mi mejor sonrisa, descubro de pronto que los chinos del proverbio no iban mucho de discotecas. 

Fase 2. Presión a dúo
Si no puedes vencerle… comienza la segunda batalla con refuerzos. Dos suelen ejercer más presión que una, así que… Mi amiga la Terremoto me hizo de escudera… O más bien yo terminé de escudera suya. Es cierto que no elegí bien el refuerzo, porque la Terremoto no es muy diestra en las formas, y decidió contestar una segunda mueca despectiva del señor tenebroso de los platillos pegándole el chicle en la mesa de mezclas… glups. Tonto el último.

Fase 3. El cortejo del siglo XXI
La sintonía remezclada del programa de naturaleza de Félix Rodríguez de la Fuente retumbando contra las paredes de la sala se hace insoportable sin estar profundamente colocado. La gente a mi alrededor empieza a bailar con movimientos de águila y de ave carroñera. El piloto de mi cabeza se pone al rojo vivo, la situación es desesperada, y la medida debe estar a la altura. Esto requiere una seducción al uso del siglo XXI. Algo bueno recibí de la sangre danesa, y es preciso utilizarlo. Me desabrocho los primeros botones de la camisa frente a mi endiosado enemigo y le prometo la visión de un pecho completo si cambia -¡de una vez!- la (jodida) canción. El tío se ríe en mi cara con maldad. Humillación total.

Fase 4. De perdidos al río
Un siniestro tema de doce minutos de samba brasileña fusionada con sonidos bollywood me hace olvidar la humillación anterior. Sin pensar, apelo a los instintos más primarios para conseguir algo. La súplica extrema. Le imploro, le lloro y me arrodillo hasta desaparecer de su campo de visión, confiando en el efecto dramático. Termino empapada con una copa que alguien olvidó en el extremo de la mesa de mezclas. Maldición.

Fase 5. El trueque
Mientras seco la camisa en el secador del cuarto de baño del local, los engranajes de mi cabeza se ponen en marcha… hasta llegar a lo más sencillo, lo más simple de la cuestión, lo más humano… Parece ridículo, pero es la última oportunidad. Salgo de la sala a la calle con unas monedas en el bolsillo, directa al 24 Horas de enfrente. ¿Cómo no se me había ocurrido antes? Quince minutos después, me enfrento nuevamente al pinchadiscos con una nueva arma. Le planto una suculenta bolsa de cruasanes de chocolate. El chico me mira, por primera vez sin torcer la boca con asco, y se echa a reír. Una risa blanca y dulce, auténtica. Se retuerce de risa mientras le explico que están rellenos de chocolate y recién horneados. Y en ese momento veo que le he ganado. Me lo confirma: “¿Qué quieres que ponga?”.

Una canción de Madonna me costó una bolsa de cruasanes. No me atreví a pedirle Ven conmigo, de Christina Aguilera. Me pareció abusar de la confianza. Ah, y también me dio su número de teléfono, que justo a la salida del local me apresuré a tirar. ¿O qué se había creído?

3 comentarios:

  1. Qué bueno!! Y sí, los croasanes estaban recién salidos del horno...
    Me encanta leerte! Puedo ser yo tu prima Loli??

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  2. Jajaja, Cloe! yo tengo la teoría de que una chica con una sonrisa y una copa de la mano es infalible para pedir cualquier canción... pero es cierto que a los hombres se les conquista por el estómago y tú lo hiciste muy bien!

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  3. hiciste muy bien sobre todo en tirar su número de teléfono, claro que sí! qué se ha creído? jajaja! me encantan las cinco fases de soborno, pero yo también creo que en casos menos drásticos hay que ir directamente a enseñar sonrisa, escote y con una copa en la mano!

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