martes, 25 de octubre de 2011

El día de la tarta de manzana y la colección de problemas resueltos

La primera semana de trabajo en el Sundae Nights pasó sin mayores sobresaltos tras esa dudosa inauguración triunfal que se saldó con el camarero más experimentado en el baño de su casa durante 24 horas por culpa a una diabólica infusión de hojas de sen. De algún extraño modo, Simon, el dueño del local, quedó satisfecho con mi capacidad de reacción ante situaciones de emergencia y me proporcionó un contrato indefinido, algo digno de celebración en estos tiempos.

En los días siguientes, me fui adaptando a los cambios de turno y los horarios de jaula de grillos que debería terminar compaginando con mi vida de escritora e investigadora culinaria -¡por llamarlo de alguna manera bonita y alentadora!-. Soy consciente de que ha pasado poco tiempo, pero ya he sido capaz de elaborar una lista de mis cinco cosas favoritas como camarera sobre patines en esta hamburguesería de película. Ahí va:

1. La porción de tarta americana de manzana recién hecha por Pincho que consigo zamparme, sin que nadie me vea, en los pocos segundos de serenidad que me dejan las comandas recién servidas en las mesas. La manzana caliente derrite el helado de vainilla y todo parece arreglarse dentro de mi cuerpo cuando esta delicia desciende por mi garganta. Mmmmm…

2. El momento en que del hilo musical se escapan las primeras notas de Summer nights, canción estrella de la banda sonora de Grease. Suena cada día, una vez al menos, y me recuerda a mis primeros bailes del colegio, a faldas de vuelo en tonos pastel, a las fiestas de pijama con mis amigas del instituto y al sabor de las tortitas con caramelo que aprendí a hacer en esa época.

3. El gesto con el que Pincho huele cada día las frutas del bosque que usa para preparar los batidos, para comprobar si están perfectamente frescas. Se acerca un buen puñado a escasos centímetros de la nariz, sujetando las bayas suavemente entre sus manos, como si se tratara de un bebé, cierra los ojos e inspira. Si sonríe, es que todo está como debería. Le pillé un día en esta estampa, y ahora ya intento no perdérmelo nunca. Resulta sexy y adorable a la vez.

4. La sensación de quitarme los patines al finalizar la jornada y comenzar a caminar nuevamente a pie. Es como si flotara y continuara deslizándome sobre la acera, más ligera que nunca.

5. Contemplar a un par de estudiantes de grandes gafas estilo años ochenta, que vienen en días alternos, piden un par de coca-colas y se tiran dos horas haciendo extraños garabatos en papeles mientras el humo no cesa de salir de sus cabezas. Intentan resolver complejos problemas matemáticos o físicos, y siempre se despiden con un gesto triunfal tras haber dado con la solución entre los dos. Suelen olvidarse de algún papel grabado con fórmulas, que siempre acabo recogiendo para guardarlo con mimo en una carpetilla de plástico naranja.

Se me ha ocurrido que esa va a ser mi colección de problemas resueltos, y espero que un día me proporcione la pista para dar con la solución para los míos. Quién sabe si estos dos chicos ya han comprendido el sentido del universo, y ese enigma que ya no lo es se descabeza aquí mismo, entre mis manos, plegado contra el plástico de una humilde carpetilla.

1 comentario:

  1. me encanta lo de tener una colección de problemas resueltos!! metafóricamente es taaan tranquilizador!! ;-)

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